Arquitectura del siglo XX
La Arquitectura Del Siglo XX
Las
construcciones más emblemáticas del siglo XX en numerosas ciudades occidentales
proceden de las aportaciones del modernismo y de las vanguardias de finales del
XIX. Sin embargo, los movimientos más significativos de la centuria se
relacionan con las corrientes racionalistas y funcionalistas del llamado Estilo
Internacional y con la intuición de arquitectos geniales, como Frank Lloyd
Wright o Le Corbusier.
Las vanguardias de las primeras
décadas del siglo
Entre
los llamados movimientos de vanguardia se diferenciaron numerosas corrientes,
todas ellas unificadas por el deseo de experimentación:
·
La arquitectura futurista,
dentro de la cual destacó el italiano Antonio
Sant´Elia (1880-1916), que se interesó por el maquinismo y la proyección de ciudades ideales, con profusión de formas aerodinámicas.
Sant´Elia (1880-1916), que se interesó por el maquinismo y la proyección de ciudades ideales, con profusión de formas aerodinámicas.
·
El expresionismo
arquitectónico aunó la búsqueda de la fluidez aerodinámica con la
solidez plástica. En esta corriente se inscribieron Bruno Taut (1880-1938), Hans
Poelzing (1869-1936) y Eric Mendelsohn (1887-1953),
creador de la singular torre de Einstein, en Potsdam.
·
El neoplasticismo holandés
y el constructivismo ruso, desarrollados especialmente en la
pintura, señalaron también directrices arquitectónicas basadas en la rigidez de
las formas geométricas.
El organicismo de Frank Lloyd Wright
El
estadounidense Frank Lloyd Wright (1867-1959) fue alumno
de Louis Sullivan, a partir de cuyas enseñanzas desarrolló un
lenguaje organicista, es decir, basado en la intuición y la libertad creativa.
El organicismo es la corriente opuesta al racionalismo,
que organiza la creación arquitectónica a partir de un plan ideal preconcebido.
El arquitecto estadounidense creó un modelo específico de casa unifamiliar
suburbana, a base de módulos rectangulares, que se integraba plenamente en la
naturaleza. Dentro de este tipo de construcción destaca la Casa sobre
la cascada. Otras muestras notables de la intuición de Lloyd Wright son
las oficinas Larkin, en Buffalo, el Museo Guggenheim de
Nueva York y la iglesia Unity, en Oak Park.
El
uso de nuevos materiales y la originalidad en la solución de los problemas
arquitectónicos constituyen la base de una línea evolutiva que conduciría al
desarrollo del llamado Estilo Internacional.
La casa sobre la cascada, de F.L. Wrght (Organiscismo)
La ópera de Sidney, de J. Utzon.
La arquitectura racionalista
La
contraposición al predominio de lo intuitivo de los organicistas es el modelo
rígidamente deductivo y basado en planes minuciosamente estudiados de los racionalistas.
Entre
los precursores del racionalismo arquitectónico sobresalen el francés Auguste
Perret, autor de una casa en la calle Franklin que inspiraría posteriormente
a otros creadores a la hora de aportar soluciones en espacios reducidos, y el
austríaco Adolf Loos, cuyas edificaciones se caracterizaron por la
preferencia por las formas cúbicas y la ausencia de decoración.
No
obstante, el gran centro de difusión de la arquitectura racionalista fue:
·
La Bauhaus: institución
creada a partir de la Escuela de Artes y Oficios de Weimar, fundada por Henri
van de Velde (1863-1957). Fue Walter Gropius (1883-1969) quien
cambió el nombre del centro y lo trasladó a Dessau, donde se desarrollaría el
periodo más fecundo de los arquitectos y pintores racionalistas que allí
trabajaban. Junto a artistas como Theo van Doesburg (1883-1931), Wassily
Kandinsky (1866-1944) o Paul Klee (1879-1940), en la
Bauhaus proyectaron sus creaciones arquitectos como Hannes Meyer(1889-1954)
y Ludwig Mies van der Rohe (1886-1969), quien ejercería una
notable influencia en posteriores generaciones de arquitectos.
En
consonancia con los principios del racionalismo creó su obra otro de los
grandes arquitectos del siglo, el suizo Charles-Édouard Jeanneret, conocido
como Le Corbusier (1886-1965). Gran difusor de las ideas
racionalistas a través de sus libros, gustaba de abordar extensos proyectos
urbanísticos, como el de la Ciudad Radiante, o constructivos, como
el de la Unidad de Habitación, de Marsella.
Corrientes arquitectónicas de la
segunda mitad del siglo
Centro de la Bauhaus en Dassau, de W. Gropius.
La Villa Saboya, obra maestra de Le Corbusier. (Funcionalismo)
Entre
los estilos más significativos de la arquitectura del siglo XX cabe citar los
siguientes:
·
El integracionismo:
propugna la fusión de tendencias de vanguardia con elementos tradicionales,
destacando en este sentido la obra del finlandés Alvar Aalto (1898- 1976), que
incorporaba algunos caracteres organicistas y otros extraídos de las
construcciones tradicionales nórdicas.
·
El brutalismo: se
identifica con las apuestas racionalistas más radicales, con materiales en
bruto a la vista del observador, como el proyecto de la ciudad india de
Chandigarh, de Le Corbusier.
·
El postmodernismo:
originado a partir de los años setenta, propugna la heterodoxia y la ruptura
con los postulados asentados de la arquitectura moderna. En esta corriente
destaca la obra del estadounidense Robert Venturi (n. en 1925).
·
El nuevo brutalismo:
esencialmente británico y japonés, fue una evolución del estilo creado por Le
Corbusier y contó con figuras de relieve como Kenzo Tange (n. en 1913).
Frank
Lloyd Wright, Casa sobre la cascada, 1936, (Pennsylvania).
Opinión/ crítica de la arquitectura del siglo XX
Desde esta perspectiva, pudiendo observar ya desde fuera el complejo y heterogéneo panorama del siglo XX, conviene deslindar (porque no son enteramente coincidentes) los conceptos de modernidad y de Movimiento Moderno; conviene englobar y articular todos los valores que puedan haberse formulado, a veces de manera enfrentada, en la realidad construida y social de los edificios. Quizá sea un momento oportuno para no dejarse limitar por dictados formalistas, reducidos, en definitiva, al ámbito de la imagen (y del star system al que se refiere Curtis en su interesantísimo artículo), y atender a lo centralmente arquitectónico, en su dimensión expresiva, constructiva y social (calibrando costes urbanos, patrimoniales, energéticos y ecológicos). Hay en esto una gran oportunidad para la renovación de la enseñanza de la arquitectura, donde el “resultado” –como decía Coderch en el 61- debe provenir de la sabia articulación de conocimientos en torno al oficio de arquitecto.
Fuentes usadas:
https://elpais.com/elpais/2013/12/03/opinion/1386079595_243245.html
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